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De Pukara (Pucará)

9/16/2017

LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DEL MATERIAL CULTURAL PUCARÁ


Pucará no es sólo un sitio, sino una civilización, que, en su momento de mayor apogeo, por los 100 d.C., habría influenciado en territorios tan lejanos como los actuales departamentos de Arequipa, Moquegua y Cusco; la prueba de la existencia de estos contactos e influencias es la amplia distribución de la cerámica, monolitos e incluso arquitectura Pucará.

Cerámica Pucará incisa ha sido encontrada en la parte superior de los valles de Vilcanota (Cusco) y Apurímac (Bauer 1999); se han recuperado monolitos de iconografía Pucará en la provincia de Chumbivilcas situado 75 km al sur de Cusco (Chávez 1988), y las conexiones estilísticas entre los departamentos de Cusco y los inicios de Tiwanaku ha sido propuesto basado en la presencia de sellos e inciensos recuperados en Cusco (Mohr-Chávez 1985).

Excavaciones en el sitio Batán Orco en el valle de Huaro “han proporcionado claros ejemplos de cerámica Pucará” e incluso una estructura cuadrangular hundida que lo liga con el altiplano (Zapata 1998: 322-324, 331-332; Bauer 1999:123).

En el valle de Arequipa hay ejemplos de posibles importaciones de cerámica Pucará los cuales se encuentran asociados con alfares locales en contextos del período Formativo Tardío. En el sitio de Sonqonata, distrito de Mollebaya, un clásico fragmento cerámico de un felino Pucará fue encontrado en las excavaciones, asociado con alfares locales del estilo Formativo Soca- baya (Cardona 2002:61). Además, en Sonqonata se informó de la existencia importante de un componente de Tiwanaku. Por último, se informa sobre presencia de cerámica de estilo Qeya, propio del Formativo Tardío de la cuenca sur del Titicaca, en el sitio de Tasata de Arequipa (Cardona 2002), indicando entonces lazos entre la región y la Cuenca del Titicaca (Klarich 2002; 2005a).

Prueba de interacción durante el Formativo Tardío entre poblaciones de Moquegua y la cuenca del Titicaca ha sido definida dentro de la fase Trapiche (Feldman 1989:213). En este marco, en base a la presencia de cerámica de estilo Pucará en Cerro Trapiche (M7) se planteó la existencia de una colonia Pucará en Moquegua, con similares características para lo investigado y planteado posteriormente para lo Tiwanaku (Feldman 1989). Paul Goldstein (2000) ha completado los estudios en el valle medio de Moquegua proporcionando refinados conjuntos de datos sobre el estilo Pucará en la zona y nuevos conocimientos sobre el significado de estos hallazgos fuera de la Cuenca del Titicaca. En contraste con la propuesta de Feldman, Goldstein (2000: Figura 8, 347) considera que no hubo ocupaciones residenciales Pucará en la zona, no hay cerámica llana Pucará, solo en nueve sitios se encontró tiestos y textiles de estilo Pucará, pero muchos de ellos asociados a contextos funerarios locales.

Además de aclarar que los contextos de estilo Pucará son parte de mercancías llegadas a Moquegua, las investigaciones de Goldstein (2000) recuperaron pruebas de contactos entre Pucará y la cultura Nazca, aunque esta similitud estilística entre la costa sur y el altiplano ya antes había sido sugerida (Franquemont 1986; Lumbreras 1982). Más al Sur se ha encontrado textiles del estilo Pucará en la costa norte de Chile (Conklin 1983; Mujica 1991).

Sobre la base de materiales Pucará recuperados en otras regiones, hay pruebas de intercambio de larga distancia como parte de un ritual entre las elites, pero sólo de bienes de prestigio, donde los incensarios de felinos fueron el principal medio de contacto entre los valles bajos de la costa y los valles interandinos con el altiplano durante el Formativo Tardío (Klarich 2005; Goldstein 2000).

Es posible que esta estrategia de intercambios hubiera empezado a finales del Arcaico con el comercio de la obsidiana, en rutas largas venidas desde los cañones de Cotahuasi y Colca en Arequipa hasta la Cuenca del Altiplano; material que fue usado en la fabricación de puntas de proyectil, cuyo uso, ha sido sugerido, no fue solo del tipo funcional, sino también simbólico (Craig y Aldenderfer, en prensa); recordemos que las puntas de base escotada de obsidiana son de amplia distribución en el Formativo Tardío (Klink y Aldenderfer 2005).

Las formas de contactos descritos son las mejores formas para que poblaciones lejanas se relacionen, no sólo para intercambiar productos de consumo, sino conocimientos, definir y mantener alianzas, disipar conflictos y obtener prestigio, estrategia que en los Andes desempeño un papel importante en la aparición de la complejidad (Kaulicke y Dillehay 2005), a ello responde seguramente la imperiosa necesidad de contar con lugares construidos (plazas) para los encuentros públicos (Klarich 2005a y 2005b).
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