Tres mil años después en el reglón aun se sigue produciendo una cerámica muy reconocida en todo el Perú, se trata del llamado “Torito de Pucará”.
El torito constituía parte de un elemento ritual que se utilizaba en la marcación del ganado en la olvidada fiesta de Santísima Trinidad del mes de mayo, durante la Colonia, tal vez un recordatorio de la costumbre precolombina de marcar llamas y alpacas (CIF 1966:131-132). El torito, que a la vez es un cántaro, servía de recipiente para la chicha que, mezclada con la sangre del ganado, era bebida por los oficiantes de la ceremonia (PromPerú s/f: 19). ¿Pero siempre el torito estuvo presente? se nos ha informado que originalmente se elaboraban en forma de llamas (Honorato Tacca, comunicación personal 2008), lo cual nos debe hacer recordar a los antiguas qonopas andinas, cuyo uso estaba prohibido y acosado por los extirpadores de idolatrías (CIF 1966: 120).
Por lo expuesto se deduce que el torito estaba relacionado con la ceremonia de la fecundidad, pero también ahora se le atribuye funciones de guardián de las casas por ello su presencia en los techos. Solo recientemente tiene un valor estético debido al turismo (CIF 1966:133).
Así como el torito ha cambiado tanto en su forma como en su significado, la cerámica como producto socio-cultural se ha resistido al cambio, y ha remedado muchas cosas de sus antepasados, muchas veces ocultando significados precolombinos bajo formas modernas, pero también ha sufrido cambios debido a fuerzas externas.
Una notable continuidad de cerámica en la zona del noroeste de la cuenca del Titicaca, demuestra la persistencia de la tradición altiplánica en un lapso de varios siglos, donde incluso persisten algunos recuerdos de la organización del pasado, aunque con pautas modernas, como la estrecha especialización de las comunidades y las redes de comercio generalizada (Tschopik 1950; Mohr-Chávez 1987; Sillar 2000).
Sobre la base de una combinación de datos arqueológicos, basado en la recolecta de dos muestras de las fuentes de arcilla de Pucará y de Santiago de Pupuja, y datos etnohistóricos y etnográficos, encontramos algunos hilos de continuidad en la producción de cerámica en Pucará. Para empezar, las fuentes de arcilla directamente al este de la ciudad son excepcionales para la producción de una serie de vasijas (Klarich y Tacca 2006; Litto 1976:36). Citas de 1680 documentan litigios sobre el acceso a las minas de arcilla Santiago de Pupuja, como comenta Geoffrey Spurling (1992) en el estudio de los productores artesanales en la zona norte de la cuenca en el pueblo de Milliraya. Hoy en día, los alfareros del Cusco llegan a Pucará, ya sea para comprar (o robar) la arcilla de las dos principales fuentes próxima a la localidad. Un lugar fácilmente accesible a la fuente se ubica a lo largo de la ribera y el otro es un depósito enterrado profundamente bajo el antiguo curso del río y se accede a través de peligrosas zanjas y trincheras. Algunos de los ceramistas de Pucará viajan entre 5 a 7 kilómetros hasta la zona de Santiago de Pupuja para comercializar y/o comprar arcilla. Cada fuente se utiliza para distintos tipos de vasijas y alfareros de vez en cuando las mezclan (Klarich y Tacca 2006).
También hay continuidad en términos de herramientas utilizadas en la formación y el acabado de la cerámica (suavizadores, trapos de limpieza, bruñidores, recortes, y cortadores). Las herramientas recuperadas en 2001 de nuestros contextos de excavación son formas reconocibles cuando la comparamos con las utilizados hoy por los alfareros en Pucará y los documentados en anteriores etnografías (Klarich 2005a). La principal diferencia en los materiales utilizados prehistóricamente como pulidores de piedras y cerámica rotas han sido reemplazados hoy por plásticos y metales rotos. La producción también sigue ocurriendo principalmente en contextos domésticos, como se mencionó anteriormente (Klarich y Tacca 2006).
Las excavaciones en Pucará, y también documentado por Claudia Rivera (2003) en Tiwanaku, para la cuenca sur, demuestra que no hay pruebas de talleres a gran escala, y menos la producción en complejos residenciales a una variedad de escalas (Klarich y Tacca 2006).
El último hilo de continuidad se menciona en estudios etnográficos en relación a la presencia de niveles comunales de especialización, estrategia que ha servido como mecanismo para mantener interdependencia en la mayor región tanto a nivel horizontal como vertical (Klarich y Tacca 2006). Mohr-Chávez (1987) sostiene que el comercio de alimentos y cerámica se utiliza para mantener artificialmente la relación de dependencia entre las comunidades de manera generalizada, incluso actualmente se conoce sobre artesanos de Pucará que viajan a intercambiar su cerámica en todas las ferias a lo largo de Puno e incluso a lugares lejanos como Arequipa y Cusco (CIF 1966:140; PromPerú s/f: 13); a nivel arqueológico también existe pruebas de intercambios a larga distancia de cerámica y otros bienes durante el periodo Formativo Tardío (Klarich 2005a; Klarich y Tacca 2006).
En contraste con la continuidad en el uso de las mismas fuentes de arcilla, un similar grupo de herramientas, un parecido contexto de producción y composición, los alfareros de Pucará también tienen una larga historia de innovación.
El cambio más evidente, después del contacto con los españoles ha sido la introducción del uso del torno de alfarero. Aproximadamente dos mil años atrás, la cerámica Pucará Clásica fue construida utilizando la mano, a través de técnicas de espiral para todos los rangos de tamaño de las vasijas (Tshopik 1950). Hoy en día, los alfareros utilizan moldes para la producción del torito, la rueda para la mayoría de cuencos y vasos pequeños, y fomentan la aplicación de figuras grotescas en sus ceramios (Klarich y Tacca 2006; Litto 1976).
Otra tecnología nueva introducida en la colonia fue la utilización del esmalte con plomo, resultando en cerámica vidriada, de estas formas; es fácil utilizar este cambio tan claro para distinguir entre la cerámica prehispánica y moderna.
Un cambio importante en los últimos tiempos ha sido la tecnología de cocción. Prehistóricamente en la cuenca del Titicaca, hay pruebas sólidas de la existencia de hornos abiertos, una tecnología también usada en Tiwanaku (Rivera 2003), similar al utilizado hoy en día en muchas partes de los Andes (Rivera 2003; comunicación personal con William Sillar). Por desgracia, zonas de cocción prehistóricos no se han encontrado al interior del sitio de Pucará; sin embargo recientemente se ha reportado un horno, al parecer del tipo abierto, en un sitio aldeano Pucará llamado Laroqocha, localidad de Nicasio, al parecer en un contexto doméstico (Aldenderfer y Flores 2008). Para el período colonial en Pucará, la alfarería fue realizada en hornos cónicos (Tshopik 1950) y también se ha documentado-más recientemente formas de hornos, incluido el horno simple de tiro ascendente y el multicámaras (Litto 1976). Si bien muchos hogares hoy siguen utilizando estos tipos de horno, los ceramistas más ricos han comprado hornos eléctricos y otros miembros de la comunidad a veces lo alquilan para uso personal. Esto enérgicamente ha impactado en la producción de cerámica en los últimos tiempos, incluida la gama de tipos de vasijas producidos, volumen de producción, e incluso fórmulas de arcilla (Klarich y Tacca 2006).
Otro posible cambio en Pucará está relacionado con la composición de la producción ¿se llevó a cabo en un hogar o en un taller? Ya que se ha mencionado anteriormente, que en la mayoría de los hogares hay pruebas prehistóricas, históricas y etnográficas de producción cerámica.
Sin embargo, las referencias coloniales cuentan que habían talleres Pucará que empleaban a alrededor de cinco a seis alfareros (“indios”) bajo la supervisión de un mestizo, no basados en los intereses locales (Tschopik 1950). Recientemente una ONG que trabaja en la región ha intentado introducir (o reintroducir) talleres en Pucará. En los últimos años, la organización CARE ha patrocinado programas de capacitación para los alfareros locales e incluso construyó un taller de construcción en las afueras de la ciudad. Sin embargo, debido a las demandas del hogar y las increíbles facciones entre los alfareros de la comunidad, el edificio sigue sin terminar y los niveles de Interés son bajos. Se presume que en la cultura pasada de Pucará la producción fue manejada desde un gobierno centralizado que dicto las pautas de la iconografía que estuvo normalizada, pero hoy día donde la presencia del Estado no se siente, los artesanos prefieren trabajar individualmente.
Para concluir, muchos elementos de la moderna producción de cerámica parecen reflejar un nivel de continuidad prehistórica e histórica reciente. Sin embargo, esto también es una industria que está constantemente en cambio, debido a muchos factores como: (1) las demandas de la industria turística; (2) el cambio / ampliación de los patrones de intercambio interregional con la mejora de transporte [carretera, tren]; (3) introducción de metal y plástico en los ensamblajes de vasijas nacionales, y (4) promoción de la no producción de estilos y técnicas locales por las ONG que tratan de “mejorar” la producción en Pucará (Klarich y Tacca 2006).
Solo esperamos que los artesanos del Ramis y los interesados en su desarrollo sostenible recuerden con este artículo que en algún momento pretérito lograron formar parte de una gran civilización que los unió y donde ellos fueron actores muy Importantes y donde su cerámica era un instrumento para el ceremonial que sustentó esta compleja sociedad, así como entonces fue la cerámica, el torito no es de Pucará, no es Santiago de Papuja, tampoco de Choquehuanca, sino de toda la región del Ramis en la Cuenca Norte del Lago Titicaca y esperamos que como en épocas prehispánicas sirva no solo para unir a toda esta región, sino también para ayudar en su desarrollo.